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“REGIONES MÁS FUERTES”: ¿DESCENTRALIZACIÓN O NUEVO ESPEJISMO?

Fuente Facebook oficial del Presidente Gabriel Boricjpg


 

Durante la Cuenta Pública 2024, el Presidente Gabriel Boric anunció con entusiasmo la urgencia al proyecto de Ley “Regiones Más Fuertes”, una iniciativa que —según sus palabras— busca fortalecer la descentralización y otorgar mayor autonomía presupuestaria a los gobiernos regionales.

Pero, ¿qué hay detrás de esta promesa? ¿Cuánto de fondo y cuánto de forma tiene este nuevo intento de seducir a las regiones con un discurso que, en la práctica, no se ha traducido en cambios reales durante sus tres años de mandato?

La retórica del gobierno es clara: más descentralización, más autonomía, más poder para las regiones. Sin embargo, la realidad es que muchas autoridades regionales siguen enfrentando trabas administrativas, centralismo presupuestario, y una constante postergación de sus necesidades más urgentes. El control sigue estando en Santiago, y las supuestas “facultades” de los gobernadores muchas veces no son más que papeles mojados ante una institucionalidad que no cede el control real de la toma de decisiones.

El problema de fondo es que este anuncio, en apariencia transformador, llega tarde y con poco capital político. El gobierno habla de urgencia, pero lo hace cuando el tiempo legislativo se agota y con una popularidad presidencial en caída libre. Las regiones no necesitan promesas en el ocaso del gobierno, necesitan herramientas concretas, flexibilidad operativa y garantías de ejecución que hoy no existen.

Además, se observa una paradoja evidente: el Ejecutivo insiste en entregar más autonomía, pero exige simultáneamente altos niveles de control y fiscalización, sin ofrecer a los gobiernos regionales los recursos ni las capacidades institucionales para responder a esos mismos estándares.

Como medio independiente, creemos que la descentralización no puede seguir siendo usada como eslogan de campaña o contenido de marketing político. O se toma en serio, con una reforma profunda y estructural del Estado, o seguirá siendo un espejismo útil para discursos pero vacío en sus resultados.

Rancagua, como muchas otras ciudades intermedias, ha vivido en carne propia las consecuencias de este centralismo histórico. No basta con anunciar leyes, necesitamos voluntad política real, traspaso de competencias efectivas, y una ciudadanía regional activa que no se conforme con promesas desde La Moneda.

RancaguaTV / Editorial independiente

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